Carlos A. Osorio, cofundador de Yuken Impact Research Lab y profesor adjunto FEN-Universidad del Desarrollo (Chile). Comparte esta columna el pasado 30 de julio, por medio de la revista digital, www.expansión.mx, para hablar de transformación digital.

“La transformación digital es más que incorporar tecnología y células ágiles, y es responsabilidad compartida del equipo de alta gerencia, apunta Carlos A. Osorio”

(Expansión) – Muchas cosas han quedado en evidencia en estos meses de COVID-19. Una de ellas es la relevancia de las soluciones digitales para contextos de crisis y las limitaciones para quienes no tienen acceso a ellas o no pueden aprovechar su potencial. De esta manera, la transformación digital se convirtió en protagonista de la pandemia, y el COVID-19 es el mayor impulsor de este tipo de transformaciones. Muchos han dicho: ahora es el momento.

Sin embargo, si bien ahora es cuando más se necesita, es cuando hay que pensarlo tres veces antes de implementarla. ¿Por qué?

Primero, porque la transformación digital no tiene nada de nuevo. Comienza a mediados de los 90. El 2003, Andal, Cartwright y Yip publican “La transformación digital de los negocios tradicionales” en Sloan Management Review. El mismo año Brynjolfsson, Hitt y Yang muestran que su potencial sólo se alcanza cuando la inversión en activos digitales se acompaña con activos intangibles: cultura, procesos, maneras de organizarse y capacidades internas.

Segundo, porque a pesar de que no es nueva, la tasa de fracaso en transformación digital a nivel global supera el 70%. Esta alta tasa de fracaso es en condiciones favorables: sin urgencia, sin pandemia, y a pesar de contar con todas las herramientas y métodos para hacerlo bien. Peor aún, esta tasa de fracaso es similar a la de iniciativas de innovación corporativa. Sin embargo, mientras el retorno a la inversión en transformación digital actualmente varía entre el 15-30%, el retorno promedio de presupuestos de innovación corporativa rondea el 440%.

Ahora, si la transformación digital no es nueva. ¿Por qué la tasa de fracasos es tan alta y el retorno tan bajo?

Porque, paradójicamente, la transformación digital no es sólo un problema tecnológico. Investigaciones recientes entre empresas europeas identifican 54 problemas y causas comunes de fracaso en transformación digital. De ellas, menos del 20% corresponde a temas de tecnología, infraestructura, regulación o “digital factories”. El resto son problemas políticos en la alta dirección, dificultades de liderazgo transformacional; entendimiento limitado del significado, dificultad, sinergia y potencial de estas transformaciones; insuficiencia en preparación y madurez organizacional y desarrollo de capacidades de sus colaboradores; ejecución del proceso de transformación y gestión de complejidad e incertidumbre.

Entonces, ¿qué hacer?
Actuar para resolver la urgencia actual, pero cuidando de hacer las cosas bien. En el contexto actual, “hacer las cosas bien” significa abrazar el riesgo, incertidumbre y ambigüedad con procesos, métodos y herramientas para mitigar su impacto en la organización.

Recordar que la transformación digital es más que incorporar tecnología y células ágiles, y es responsabilidad compartida del equipo de alta gerencia.

Toda visión inicial de transformación es modificada durante su ejecución, lo que va cambiando los futuros disponibles de la empresa. Para que el resultado final sea mejor que la visión inicial, la prioridad debe ser transformar a las personas y organización, más que introducir nuevos medios.

El foco debe estar en crear los activos intangibles que permitan aumentar el valor presente y futuro de la empresa. Esta combinación no sólo disminuye la probabilidad de fracaso, sino que además potencia la rentabilidad de las inversiones asociadas. La situación actual no permite seguir engrosando el gran listado de fracasos.

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